Descripción
Akelarre
Entre los siglos XIV y XVIII las supersticiones religiosas y de culto, la magia, la hechicería y la brujería evolucionaron de modo singular en todos los ámbitos de la Cristiandad europea. El miedo cundió por todas partes. Muchos estaban convencidos de que Dios, para castigar los pecados de los hombres, permitió al Demonio actuar en el mundo por medio de sus agentes. El artista Francisco Goya era un firme defensor de los principios de la Ilustración, que daban prioridad a la razón sobre aquellas supersticiones religiosas y de culto que existían durante varios siglos. Entre 1819-1823 Goya pintó catorce obras (conocidas como las Pinturas Negras) que estaban dedicadas a esta visión oscura incitadas por las supersticiones religiosas de la sociedad que él detestaba. Las catorce obras fueron pintadas con la técnica de óleo al seco (sobre paredes recubiertas de yeso) en su casa “La Quinta del Sordo” en las afueras de Madrid. Goya vivía como un solitario y sordo recluso. Los historiadores del arte consideran que estas obras reflejan su gran desilusión con la sociedad y el deterioro de su salud, ya que expresan sus miedos más profundos y su depresión más oscura de forma pesadillesca y perturbadora.
Se cree que su obra El Aquelarre o El Gran Cabrón era una crítica a las prácticas opresivas y la persecución de la Inquisición. El Aquelarre o El Sabbat de las Brujas de Goya explora temas como la violencia, la intimidación, el envejecimiento y la muerte. La silueta de Satanás, en forma de macho cabrío, se proyecta a la luz de la luna sobre un aquelarre de brujas aterrorizadas. El Aquelarre es la forma genérica de denominar a la agrupación o reunión de brujas para la realización de rituales y hechizos, bien como creencia religiosa precristiana o neopagana, o bien aceptado en escritos cristianos como actos de invocación y adoración a Lucifer.
Nuestro nuevo perfume creado por Miguel Matos se inspira en una de las obras de Las Pinturas Negras de Goya conocido como El Sabbat de las Brujas de Goya, El Gran Cabrón o El Akelarre. Se cree que su obra El Akelarre era una crítica a las prácticas opresivas y la persecución de la Inquisición que explora temas como la violencia, la intimidación, y al mismo tiempo, el envejecimiento y la muerte. Goya tenía entonces unos 75 años, vivía solo y sufría graves trastornos mentales y físicos.
El nuevo perfume de nBitor es un proyecto y una propuesta muy arriesgada. Incluso, para el mundo de los perfumes niche-artísticos. Como explica Miguel Matos, para representar la obra de Goya, «Tuve que crear una fragancia realmente oscura y casi angustiosa, que evocaría sentimientos y acontecimientos turbulentos, y a la vez, un perfume que transmitería la belleza en su forma grotesca. Se trata de un perfume muy terroso y metálico, con un corazón muy sensual, algo capaz de despertar sentimientos e imágenes muy intensos. He utilizado muchas notas inusuales con el objetivo de que el resultado fuera extremadamente impactante en un aroma que puede no ser fácil de llevar pero que alberga mucho pensamiento y emociones en su interior”.
Akelarre por un lado representa esta parte oscura que el ser humano lleva dentro engendrado muchas veces por la ignorancia, pero a la vez, representa esta parte positiva de nuestra capacidad de crecer y evolucionar para ser algo mejor. Por un lado, el perfume representa esta parte tan negativa que puede producir actos como la inquisición, pero el avance de la sociedad gracias a los principios de la Ilustración, que daban prioridad a la razón sobre las supersticiones religiosas y de culto. Sorprendente y desafortunadamente, en muchas sociedades de hoy en día, existe de nuevo un repunte o tendencia que rechaza de nuevo la Ilustración y la lógica. Como sociedad, debemos ser agudamente conscientes de esta realidad para estar preparados para combatirla tal y como hizo Alonso de Salazar y Frías en la época de la Inquisición y evitar así que surja de nuevo, una sociedad en la que vuelvan a prevalecer la ignorancia y la oscuridad.
Alonso de Salazar y Frías (1564-1636) fue el inquisidor que trató de detener la histeria colectiva de las supersticiones religiosas, la hechicería y la brujería (que procedía de otros países en Europa) y consiguió que la Inquisición Española declarase que no podía perseguirse la brujería porque esta no existía, acabando con la superstición décadas o siglos antes que otros países de Europa. Que en aquellas epidemias de histeria colectiva que se desataron en torno a la brujería, hubo poca gente que conservó la cabeza fría. Y él no solo logró solo eso, sino que consiguió apaciguar la situación de Zugarramurdi y producir un cambio legislativo: en 1614 la Corte Suprema de la Inquisición, y de ahí a los tribunales civiles, niega la existencia de la brujería. La verdad es que en España hubo poca persecución de brujería y, de hecho, no solo hubo menos casos, sino que acabaron antes.”